Con 102 años dejó este mundo una leyenda arquitectónica, una de las figuras máximas del modernismo y ganador del Premio Pritzker en 1983. Ieoh Ming Pei plasmó un legado inigualable que servirá como referencia e inspiración a las futuras generaciones.
De origen chino, I.M. Pei se mudó a Estados Unidos para estudiar arquitectura, después de graduarse estalló la Segunda Guerra Chino-Japonesa (1937), por lo que a pesar de sus deseos de regresar a casa, tuvo que aplazar su estadía en el país y a la larga eso fue beneficioso para su carrera ya que ingresó en la Graduate School of Design de Harvard, donde trabajó con Marcel Breuer y Walter Gropius.
En 1955 fundó su propio despacho conocido como I.M. Pei & Associates, después de algunos cambios, en 1989 consolidó su nombre como Pei Cobb Freed & Partners. Su trabajo se caracterizó por la preocupación que le daba a la eficacia de la función y la elegancia en la forma. Además de ser reconocido como modernista (la geometría formaba un papel fundamental en sus obras), Pei siempre abogó por la variación de estilo e impulsó el respeto por las tradiciones.
Entre sus obras más reconocidas se encuentra la pirámide de cristal del Museo Louvre de París, el proyecto comenzó en julio de 1983 y fue inaugurado el 30 de marzo de 1989. Hoy en día es considerada como una de las obras más importantes del mundo, un ícono parisino que atrae a turistas de todos los rincones del planeta y que en 2018 recibió a 10.2 millones de personas, rompiendo récords.
Sin embargo, no todo fue color de rosa, en un principio la propuesta de la pirámide fue considerada un espanto, el 90% de los parisinos se oponían a la idea, André Chabaud, el entonces director del museo, renunció a su puesto por su inconformidad con la futura construcción y Pei era acosado con miradas de odio por las calles de la ciudad francesa. Un crítico habló de la obra como una atrocidad y un competidor escribió que le resultaba increíble que alguien buscase un arquitecto chino en América para manejar un edificio histórico de la capital de Francia.
Para llegar al pueblo, Pei y su equipo se ganaron la simpatía de la viuda del expresidente Georges Pompidou, Claude Pompidou, y el conductor Pierre Boulez. Otra defensa del diseño fue el antiguo alcalde, Jacques Chirac, quien les aconsejó que pusieran un prototipo de lo que sería la pirámide. Gracias a esto, los comentarios negativos hacia el nuevo Louvre se apaciguaron y una vez levantada la pirámide se convirtió (casi en automático) en una de las piezas más importantes en la capital, Le Quotidien de París la describió como: “La antes temida pirámide se ha convertido en algo adorable”.
En los años siguientes, el arquitecto continuó aconsejando al museo sobre maneras de mejorar las instalaciones y condiciones del mismo y de esta forma, el Louvre inició un plan de renovación en 2016. Cuando I. M. Pei recibió el premio Pritzker, habló del Louvre como el logro de su vida.
La Torre del Banco de China en Hong Kong es otra de sus construcciones más reconocidas, además de ser uno de los edificios más importantes del país y el tercer rascacielos más alto de Hong Kong. La inspiración se da gracias al impulso por plasmar las aspiraciones del pueblo de China. Su estructura es en forma triangular-hexagonal, cuenta con 315 metros de alto, dos mástiles que llegan a los 369 metros y con eso, se convirtió en el primer edificio fuera de Estados Unidos en romper la marca de los 305 metros.
Un proyecto que destaca por ser de las primeras obras en su carrera es el Dallas City Hall. Su historia comienza como una necesidad, el pasado alcalde Erik Jonsson quería recuperar la imagen de la ciudad, en ese entonces Dallas era una ciudad muy mal vista, conocida como el lugar del asesinato de John F. Kennedy. El alcalde quiso regalarle a su gente un símbolo que los representara, por lo tanto en 1964 comenzó el plan de restauración y ahí fue cuando contactó a Pei para que llevara a cabo la obra.
El edificio tardó 11 años en inaugurarse pero fue muy bien recibido por Dallas y eso se debe a que hubo una investigación previa a la construcción, era importante saber lo que los habitantes de la ciudad querían y se evitó a toda costa que fuera un rascacielos. El City Hall gustó tanto que, posteriormente, Pei fue invitado a diseñar cinco edificios para la ciudad de Texas.
Su carrera se vio adornada de numerosos reconocimientos, entre ellos la Presidential Medal of Freedom en 1992, otorgada por el expresidente George H. W. Bush, y fue el primer arquitecto en recibir el Præmiun Imperiale en 1989, mismo año en el que se retiró y le pasó la batuta a Henry N. Cobb, uno de sus socios principales. A pesar de ya no ejercer como arquitecto, siguió participando como consultor para su firma y la de sus hijos Chien y Li Chung Pei en Pei Partnership Architects.
Portada: Robin Benzrihem