Desde la cabaña de Laugier se ha fantaseado con arquitectura hecha de vegetación, que va más allá de que el jardín debe formar parte de la casa; se trata de construir con estos elementos vivos y de reinterpretar técnicas ancestrales de manera innovadora para tener una conexión más profunda con la naturaleza.
La vegetación ha sido parte de la arquitectura desde sus orígenes y ha estado presente en diversas tradiciones constructivas que ahora están siendo incorporadas a la práctica contemporánea. Crear una cúpula, túnel o cama de sauce en su jardín son solo algunos ejemplos que se pueden encontrar a lo largo del mundo, todos ellos llenos de encanto, ingenio, curiosidad y amor por las plantas.
La arquitectura vegetal es un conjunto de nuevas tecnologías y técnicas tradicionales para crear estructuras con árboles vivos y otras plantas leñosas, es decir, utiliza a las plantas como elementos constructivos, aprovechando la capacidad de autoinjerto que tienen algunas especies para generar diversas formas.
De manera más elaborada, la arquitectura natural se ha practicado durante siglos como demuestran los jardines europeos medievales (siglo XVIII) en los cuales se utilizaba la técnica de entrelazado, que consiste en unir ramas y tallos vivos para inducir el injerto, logrando así los paseos arbolados, en los que las copas de los árboles se entrelazan para formar marquesinas y pantallas.
En otro lugar del planeta, y hace poco más de 500 años, iniciaron la construcción de los puentes vivos de Cherrapunji en India, que aún los podemos visitar y que son capaces de soportar el peso de 50 personas. Éstos están hechos con las raíces secundarias de numerosos árboles, y si bien tardaron entre 10 y 15 años para ser totalmente funcionales, son extraordinariamente fuertes.
En Oriente Medio se usaban árboles vivos para construir casas de más de tres plantas de alto en los que se podían acomodar alrededor de 50 personas, práctica que se extendió también a Europa.
En el siglo XX aparecen varios nombres representativos de esta práctica, tales como el del banquero americano John Krubsack que concibió, plantó y moldeó la primera silla viviente conocida, comenzando a hacerla en 1903 y cosechándola 11 años más tarde. El paisajista alemán Arthur Wiechula, publicó el libro Elaboración de casas con árboles vivos, en 1926, y construyó un muro de álamos para mantener la nieve fuera de unas vías del tren.
Tenemos también al arquitecto y escritor inglés Edward James, ligado al movimiento surrealista que en los años 40 llegó a México con el proyecto de crear un jardín del edén en la Sierra Huasteca, construyendo ahí Las Pozas en Xilitla. Al granjero sueco Axel Erlandson que viviendo en Estados Unidos cultivó y modificó árboles según patrones específicos, creando la atracción hortícola “The Tree Circus”, de la cual todavía podemos ver 24 de estos árboles en el parque de atracciones Gilroy Gardens en California. Y al despacho americano Arborsmith Studios que inició en los años 50 y sigue desarrollando mobiliario y esculturas vegetales, además de libros para difundir esta práctica.
Actualmente existen estudios de diseño y grupos de investigación destinados a hacer sus propios proyectos de arquitectura viva, como la Universidad de Stuttgart en Alemania en donde se creó un grupo centrado en “Baubotanik”, término que integra la ingeniería con material vegetal vivo.
Además se han construido catedrales utilizando la técnica, como la Tree Cathedral en Inglaterra, diseñada en los años 80 por el arquitecto paisajista Neil Hingston. Y la Catedral Vegetal que Giuliano Mauri proyectó y comenzó a construir en 2002 a los pies del Monte Arera, cabe mencionar que esta construcción se completó en 2010, un año después de la muerte de su arquitecto.
Y también se están construyendo edificios de mayor funcionalidad que hacen uso de manera complementaria de la vegetación, tal es el caso de las creaciones del arquitecto malasio Ken Yeang que destaca por su aproximación ecológica al diseño arquitectónico y sus métodos sostenibles. Y del arquitecto y diseñador argentino Emilio Ambasz considerado precursor de la arquitectura verde, cuyo estilo característico es una combinación de edificios y jardines, que él describe como "verde sobre gris". Y no podemos ignorar las fachadas vegetales de Patrick Blank, convirtiendo a las construcciones en auténticos edificios verdes.
Otros ejemplos actuales: Bosco Verticale que, como parte de un proyecto de reforestación urbana, consiste en dos torres residenciales en Milán diseñadas por Boeri Studio, con más de 2,000 especies vegetales distribuidas en sus fachadas. El Oasia Hotel Downtown en Singapur, por WOHA, una torre viviente tropical en la que cada piso tiene su propio jardín y se concibe como un refugio para aves y animales, reintroduciendo la biodiversidad en la ciudad. O Factory in the Forest, en Penang Malasia, un claro ejemplo en el que la arquitectura en lugar de competir o complementar a la naturaleza, puede ser parte de ella.
Estos son solo algunos de los numerosos casos que nos enseñan cómo las técnicas ancestrales pueden ser reinterpretadas para innovar en una búsqueda por tener una conexión más profunda con la naturaleza.
La arquitectura que trabaja con la vegetación cuenta con el valor añadido de que estos elementos vivos crecen y cambian con el tiempo, proporcionándonos paisajes cambiantes, pero sus ventajas van más allá de las estéticas; control térmico, soporte estructural, absorción de contaminantes, integración en ecosistemas, humidificación de las estancias, aislamiento de los edificios frente a agentes climatológicos externos y mejoran la salud. ¡Renaturalicemos las ciudades!
*Foto de portada: Jardín surrealista de Edward James, en Xilitla, México.