Donde viven los arquitectos

Donde viven los arquitectos


El reconocimiento suele derivar de una gran obra, todos los grandes arquitectos tienen una que imprime su marca para la posteridad. Sin embargo, existe otro tipo de construcción en la que estos dejan una parte más personal de su oficio como creadores y esto ocurre cuando diseñan su propia casa.


Fuera de las ataduras del gusto de un cliente o los límites de tiempo, la casa de un arquitecto suele implicar más que un hogar, en muchos casos se trata de la realización de un sueño profesional a pequeña escala. Y es que en estas obras se puede observar plenamente las creencias de su autor, convirtiéndolas en algo parecido a un manifiesto personal.

Te mostramos una selección de cinco de estas impresionantes casas diseñadas por su habitante.

Taliesin, de Frank Lloyd Wright. Spring Green, Wisconsin (1911-1959)

La exuberante naturaleza del valle donde veraneaba con sus padres sirvió siempre como inspiración a Frank Lloyd Wright en su trabajo. Desde que era pequeño, solía subir a su colina favorita a tomar el sol y admirar el paisaje.

Quizás por el hecho de siempre haber amado aquel lugar, acabó escogiéndolo como el idóneo par crear su monumental casa-estudio. Además, tras dejar a su mujer para escapar con la de un cliente, la feminista Mamah Brothwick, el valle aportaba el aislamiento necesario para evitar el escándalo.

En este terreno de 3 kilómetros cuadrados, Frank Lloyd Wright se propuso crear la casa perfecta para vivir y la nombró Taliesin –siguiendo la tradición galesa de su familia–, en honor a un bardo medieval cuyo nombre significaba “frente brillante”. Como en la mayoría de sus proyectos, su ambición era que su casa se fusionara con el paisaje a través de sus jardines y lologró con una estructura hecha de madera, tomando gran inspiración de su trabajo anterior con la Escuela de la Pradera.

Sin embargo, el autor de La Casa de la cascada la renovó hasta tres veces fruto de varias tragedias que incluyeron el horrible asesinato de Brothwick y posterior incendio por un cocinero descontento y la erosión de la segunda versión por el viento.

Fue en la tercera donde Lloyd Wright vivió toda su vida. Aún así, el autor la compaginó con otra propiedad en Arizona, llamada Taliesin Oeste, para escapar el crudo invierno de Wisconsin en Arizona. Tras su muerte en 1959, el complejo sirve como museo del arquitecto y fue nombrado Patrimonio de la Humanidad en 1980

Casa de Cristal, de Philip Johnson. New Canaan, Connecticut (1949)

Escribir una tesis es una labor intelectual titánica que requiere concentración y un aislamiento hermético de la sociedad. Se puede decir que el arquitecto norteamericano Philip Johnson mató dos pájaros de un tiro cuando diseñó una estructura moderna, sencilla y transparente en 1949 tanto para vivir en ella como para aprobar su tesis de la Universidad de Harvard.

Inspirado por la obra de su mentor Mies Van Der Rohe –especialmente en su cita: “Menos es más”–, Johnson trató de impactar lo mínimo en la naturaleza del extenso terreno que heredó de su familia en New Canaan, Connecticut. Al tener muros de vidrio, el paisaje cobra muchísima importancia debido a que se difumina el límite entre interior y exterior tanto que no se sabe quién es el protagonista, la casa o sus alrededores.

Sin duda, la construcción representa una verdadera hazaña en minimalismo, proporción y flexibilidad y es considerada un ejemplo precursor de la arquitectura moderna. Esto se consiguió con materiales entonces novedosos como el acero y el ya mencionado vidrio. Aunque no toda la casa e transparente, esta se encuentra sostenida por un cilindro de ladrillos que a su vez sirve de chimenea que va del suelo al techo.

Como era de esperar, tuvo detractores en la época que, aunque reconocían el mérito estético del habitáculo, no lo veían práctico para vivir en él. De hecho, tanto la eficiencia energética como la ventilación de la casa todavía son un tema de discusión. Quizás por estas voces contrarias, Johnson decidió vivir el resto de su vida en dicha casa hasta su fallecimiento en 2005, a los 98 años.

Sin duda, visitar este lugar declarado como histórico por el gobierno de los Estados Unidos implica admirar una obsesión transformada en hogar por un verdadero genio.

Casa Gehry, de Frank Gehry. Santa Monica, California (1978)

Aquel bungalow de dos plantas y color rosa en una esquina de Santa Monica pronto iba a vivir una transformación inesperada al captar la atención de una pareja con un hijo y a punto de tener otro: Frank Gehry y su segunda esposa, Berta. El dúplex, construido en la década de 1920, brindaba el espacio suficiente para cuatro personas. Pero para Gehry no era suficiente.

Nada más comprar la propiedad en 1978, aplicó sus conocimientos como arquitecto para ampliarla y, de paso, crear una obra verdaderamente impactante. Dejó la construcción original intacta y visible para crear en torno a ella con un nuevo exterior de metal, madera contrachapada y vallas.

“Me encantaba la idea de no tocar la casa. Se me ocurrió la idea de construir una alrededor de ella cuando me dijeron que había fantasmas dentro. Entonces decidí que serían los fantasmas del cubismo”, aseguró Gehry en una entrevista reciente.

El resultado deconstructivista y parecido a una casa a medio acabar polarizó las opiniones en el momento. Por un lado, los vecinos comenzaron a quejarse de la presencia de la extraña construcción en el barrio ante las risas del alcalde de Santa Monica y, por otro, comenzó a ser apreciada por compañeros del arquitecto y más tarde se convirtió en un lugar turístico.

La morada del autor del Guggenheim de Bilbao ha vivido numerosas transformaciones conforme a sus hijos iban creciendo, dándole un aspecto cada vez más acabado hasta la apariencia que tiene hoy en día.

Aunque, prolífico como pocos a sus 89 años, se rumorea que dos misteriosos proyectos, uno en Santa Monica y otro en Venice Beach, podrían indicar que el arquitecto sigue persiguiendo la casa de sus sueños.

Casa del bosque, de Shigeru Ban (1997)

El centro de una ciudad puede resultar agobiante. Al menos eso es lo que pensaba el séptimo arquitecto japonés en ganar el Pritzker, Shigeru Ban. El lugar escogido para construir su propio santuario fue el bosque de Hanegi, un tranquilo barrio residencial rodeado de vegetación a las afueras de Tokio.

Sin embargo, contrario a hacer un gran dispendio, Ban se propuso no cortar ningún árbol al llevar a cabo su proyecto adaptando el edificio para respetarlos con patios interiores. Además, trató en todo momento de mantenerse en un presupuesto ajustado, algo que no resultó difícil para alguien tan sobrio y tan poco amante de los detalles como él.

Por eso mismo, tomó inspiración de los elementos del zen para crear habitáculos casi monásticos con una ausencia casi total de muebles y dominado por la luz natural que se filtra en ellos.

El hecho de que este edificio de varios apartamentos sea eficiente energéticamente, respetuoso con la naturaleza y, sobre todo, aislado, provocó que Shigeru Ban decidiera finalmente establecerse en uno de ellos.

Pawson House, de John Pawson (1997-1999)

El famosísimo y cinematográfico barrio de Notting Hill alberga un verdadero templo al blanco, obra del británico John Pawson. Irónicamente, aunque no terminara la carrera de arquitectura, este creador está considerado como uno de los mayores exponentes en la actualidad de la corriente minimalista.

Su hogar, en sus palabras, es una muestra de quién es realmente y cómo le gustan los espacios, no tanto una propuesta de estilo de vida espartano. Además, la palidez del suelo y las paredes es complementada por muebles escandinavos extremadamente funcionales a la par que refinados.

El proceso de construcción pasó por una cuidadosa exploración de la historia de esta casa de tres pisos antes de retirar todo el interior y crear una nueva estructura. Al no poder modificar la fachada, Pawson optó por crear detalles muy definitorios de su estilo como un gran panel de vidrio que se extiende los tres pisos y una encimera de cocina que encuentra la forma de entrar en el jardín trasero. Sin duda, ver esta casa resulta en una experiencia sobria y llena de calma.