¿Rebeldes sin causa o creativos? Los mal portados de la época iban a parar a la Bauhaus bajo los ojos horrorizados de los conservadores, que amenazaban a sus hijos con un lugar para locos de remate, los que no tenían futuro, los extravagantes y liberales del momento, los rockeros antes del rock n’ roll a quienes hoy, se les atribuyen las bases del diseño. Pero si una frase resumía la esencia de la escuela más importante del arte del siglo XX era “la materia se debe aprender desde su origen”.
Además de esta enseñanza y de ser la fuente de una nueva corriente que aligeraba al diseño de cargados adornos, también le regaló una nueva voz a la materia y marcó la importancia de la libertad de expresión. Mies van der Rohe terminó cerrándola cuando el Partido Nacionalista Obrero Alemán tomó posesión del gobierno y, como un último acto de libertad, el director en ese momento decidió clausurar la escuela para no caer en las demandas de los nazis, que pedían que todos los profesores extranjeros fueran despedidos, así se explica en el libro Bauhaus women: A global perspective.
Uno de los temas más controversiales y avanzados de la institución fueron las mujeres, las flappers de la época, las visionarias, las rebeldes de una era machista que, sin precedentes, decidieron tomar su futuro y hacer de ello una obra de arte. Bajo una promesa de equidad, Walter Gropius mandó un mensaje que invitaba a estas artistas a unirse a la escuela, lo que resultó en un registro de 51 mujeres contra 61 hombres, algo nunca antes visto. Más pronto que tarde se vieron apagadas las esperanzas de una institución liberal por el miedo a que fuera considerada un colegio femenino de artes y, en consecuencia, esto incitó a la segmentación, “las mujeres se dedicarán exclusivamente al textil, la poesía y la encuadernación”, afirmó entonces Gropius. También los discursos de las mentes maestras (Kandinsky, van Doesburg o Schemmer, por mencionar algunos) se volvieron una constante durante la época; las mujeres eran seres naturales mientras que los hombres eran seres culturales. Incluso, Paul Klee publicó en la revista de la escuela un artículo sobre cómo el sexo masculino se podía relacionar directamente con la creación y el intelecto.
En su intento por incrementar el número de estudiantes, Hannes Meyer, volvió a acercarse a las mujeres bajo el anuncio: “¿Estás buscando equidad de oportunidades como estudiante?”. Eso sí, sin cambiar en absoluto la oferta en las asignaturas de diseño y arquitectura. Muchas, entonces decidieron rebelarse y destacar, como Anni Albers que encontró su vocación gracias a que su meta por especializarse en vidrio se vio viciada cuando dos años antes Gropius puso una limitante entre las especialidades a las que se podía acceder. Su carrera en esta área la posicionó como una de las artistas abstractas más importantes de la época. Otra de ellas fue Marianne Brandt, que estudió pintura y escultura además de ser la primera mujer en entrar en el Metallwerkstatt (programa de metalistería). Y otras tantas, quizá menos conocidas pero igual referentes de ese periodo, como la tejedora Otti Berger o la fotógrafa Lucia Moholy, por ejemplo.
El aire de la escena comenzó a segregar una especie de sincretismo. Ellas, en su búsqueda por el reconocimiento, comenzaron a trabajar de la mano de sus maridos o parejas. ¿Un ejemplo? Mies van der Rohe y Lilly Reich, la mancuerna perfecta, trabajaban de la mano y exhibieron una línea de muebles bajo las iniciales de ambos. Cuando se presentó el Pabellón de Barcelona, Reich mostró una casa que se conectaba mediante una pared a la de Mies van der Rohe; su trabajo no obtuvo el reconocimiento debido gracias, en parte, a que el director de la Bauhaus tuvo que emigrar en 1938 y de esta forma terminó su colaboración.
Otra pareja fue la de Walter Gropius y su esposa Ise, que trabajó durante su carrera en un diario (todavía sin publicar) sobre su experiencia en la escuela. Se encargaba de la correspondencia de su marido, hacía los discursos y artículos de éste (todos basados en sus manuscritos) y después de su muerte siguió trabajando en su nombre.
Un total de 462 mujeres formaron parte del movimiento, concretamente, un tercio de los estudiantes. Anja Baumhoff (profesora de historia de arte y diseño en la Master Design and Media, Universidad de Ciencias Aplicadas de Hannover) comenta en su libro, The Gendered World of the Bauhaus, “la Bauhaus parecía un entorno pedagógico que no era progresista en términos de género, ya que conservaba las formas y valores sociales convencionales (…) y jerarquías dentro de la escuela que revelaron una red de paternalismo, autoridad, poder y desigualdades de género”.
EL PORQUÉ DE SU INMORTALIDAD
Pero a pesar de todo, la Bauhaus, fue un salto a la equidad y se ha mantenido actual desde hace 100 años, pero ¿cuál es su secreto? Para volverse inmortal primero se tiene que volver parte de lo habitual. La representación en la actualidad es la pieza fundamental para que, sin darnos cuenta, no podamos vivir sin ella. Aun así, su figura más grande es una idea, una base para el diseño, un recuerdo, una historia y una constante en el día a día. Los objetos más comunes han sido el resultado del famoso “menos es más”, de Mies van der Rohe. Apple, sin duda, es la marca prueba de ello; incluso, se puede ver en una tetera comprada en Walmart, su diseño se parece a los que en su momento Brandt le presentó al mundo; IKEA se manifiesta bajo las reglas del movimiento, sus muebles son básicos y sin adornos. Así, sucesivamente. No sería extraño que el nombre Bauhaus le suene hasta aquellos que no estén vinculados con la escena artística ya que se ha convertido en un estilo de vida, una forma que a todos de cierta forma nos gustaría seguir: simple, funcional y elegante.
Aunque no todo es color de rosa al hablar del movimiento, muchos lo han criticado por ser deshumanizante y acabar con las Bellas Artes, y quizá ese sea uno de los motivos por los que a partir de los años 60 éste comenzó a mutar. Arquitectos y diseñadores empezaron a adornar un poco más sus obras dando paso al Post-Bauhaus.
Hoy en día vivimos en un mundo que parece tenerlo todo, destacar se vuelve un reto, las horas pasan como segundos y las tendencias desaparecen con la misma rapidez con la que se crearon. Por ello, no nos queda más que preguntarnos ¿cómo se mantuvo relevante una corriente que fue formada hoy hace 100 años? ¿Cuál es el secreto y cómo sigue siendo un exponente en el mundo actual?
Si te interesa conocer más sobre la Bauhaus:
Portada: La identidad de la mujer que porta la máscara de Oskar Schlemmer ha sido desconocida desde el año 1926, pero se ha especulado que podría ser Lis Beyer o Ise Gropius sentadas en la Breuer club chair.