Es probable que al mismo tiempo que estás leyendo este texto, estés en el proceso de beber una de los 2,250 millones de tazas de café que se beben a diario en este planeta. Además de ser una bebida implícita en nuestro día a día, existe una experiencia creada alrededor de ella, y este texto explora los objetos que se han diseñado históricamente y que nos ayudan a darle forma a esta actividad de preparar y disfrutar de una taza de café.
Al igual que con muchos otros de los alimentos y preparaciones que damos por hecho en la actualidad, pensar en el origen de esta bebida nos lleva a la pregunta: ¿a quién se la habrá ocurrido comer o mezclar esto? Muchas historias son imprecisas o están borrosas, pero la respuesta normalmente se encuentra en el método empírico que, probablemente, durante estos cientos de miles de años de existencia humana, ha dejado algunos intoxicados, muertos y malos sabores de boca y que ahora nos permiten degustar estas preparaciones con naturalidad.
En el caso del café se sabe que es un fruto originario de la región que actualmente es Etiopía. La leyenda cuenta que un pastor observó el efecto tonificante que un fruto de color rojo de unos arbustos tenía en las cabras que lo consumían. Él mismo experimentó una renovación de energía al probarlo, así que llevó algunas muestras a los monjes que fueron los que experimentaron preparando un brebaje.
Los primeros registros documentan que el café llegó a Arabia a mediados del siglo XV (la historia anterior a esto es incierta). En el mundo árabe comenzó a extenderse y empezaron a surgir los primeros sitios de degustación. Durante esta época se usaba la preparación que ahora conocemos como “café turco”, y justo es en este punto donde comienza nuestro trayecto.
Hoy en día existen muchas formas de preparar, mezclar y de beber café, sin embargo, hay cuatro elementos clave comunes en su preparación: el grano, el molido, la herramienta y la mano del que lo prepara. Quizá también habría que añadir a estos elementos el factor de la experiencia, ya que para muchos beber una taza es un ritual, una actividad social e, incluso, un momento de reflexión.
Acompañando a la historia de esta bebida encontramos una serie de objetos que van desde tazas, cubiertos, utensilios, pósters, menús, máquinas, laboratorios de experimentación y extraordinarios lugares que completan la experiencia.
Herramientas de preparación
Sin duda, cuando nos referimos al mundo del café, es inevitable imaginar estas máquinas que en ocasiones nos remiten a los instrumentos de laboratorio. Alrededor del siglo XVII se encontraban sencillos recipientes con forma de pequeñas jarras con un maneral, normalmente fabricadas de cobre o latón, con los cuales se fabricaba café sin filtrar, que se calentaba directamente al fuego. Con estos instrumentos se fabricaba una mezcla intensa y con sedimentos que, actualmente y como se comentaba más arriba, se sigue preparando con el nombre de café turco.
Durante décadas posteriores se hicieron una serie de exploraciones, donde literalmente se adaptaron instrumentos de laboratorio para experimentar con la preparación de esta solución, se convirtió en un terreno de exploración para científicos e inventores.
Durante el siglo XVIII surgen las primeras cafeteras estilo percoladores, que son recipientes donde el agua se hace circular forzada por el calor del recipiente, pasando por un espacio donde se coloca el grano molido para después regresar al compartimiento principal ya mezclado.
De estas fechas también datan las herramientas de preparación al vacío, que se apoyaban en la diferencia de presiones resultado del calor, para trasladar agua caliente de un compartimento a otro y en este trayecto mezclar con el soluto.
Resultado de los requerimientos de las diferentes preparaciones, también surgieron herramientas que ayudaban a moler el grano en diferentes grados, a lo largo de la historia encontramos molinos manuales y motorizados.
En 1908 se introdujo el papel filtro, una sencilla hoja permeable a los líquidos, que permitió una nueva preparación conocida como filtración por goteo. Para acompañar esta preparación se diseñaron una serie de objetos que facilitaban el proceso.
La cafetera de moka se patentó por primera vez en 1933. Su principio consiste en un recipiente que se calienta sobre la hornilla y que tiene tres compartimentos internos, en el inferior se coloca el agua que se calienta hasta que comienza a evaporarse y al subir se mezcla con el café depositado en el nivel intermedio y la mezcla termina en el compartimento superior donde se condensa para dar lugar a la sustancia final.
Una más de las herramientas de preparación es la prensa de émbolo o prensa francesa, que curiosamente se inventó en Italia. En esta técnica se mezcla directamente el agua con el grano molido para después filtrar y remover los sedimentos.
A principios del siglo XX se comenzaron a inventar las máquinas para preparar espresso, originalmente con una presión mínima y con un control de temperatura sencillo. Posteriormente fueron evolucionando hasta convertirse en increíbles máquinas de precisión envidiable, que ahora encontramos en las cafeterías e, incluso, en su versión de hogar. Estos aparatos que surgieron posterior a la revolución industrial tenían, justamente, un aspecto industrial, con tubos, conectores, pistones y manerales fabricados de metal que fueron después sirviéndose de nuevos materiales y acabados, pero que a la fecha muchas de ellas conservan esta estética y que quizá es la que ha influido más en la estética general del mundo del café.
Con la segunda mitad del siglo XX y la introducción de los electrodomésticos eléctricos en los hogares llegaron nuevas herramientas que se basaban en las técnicas anteriores, con el aporte de la automatización del proceso. Entre ellas se encuentran las cafeteras eléctricas por goteo, quizá de las más usadas en la actualidad.
En la última década han surgido máquinas personales para preparar espresso en el hogar y una modalidad de aparatos que ocupan cápsulas para hacer diferentes preparaciones complejas con un conocimiento y esfuerzo mínimo por parte del usuario.
Respecto al estilo, podemos encontrar objetos de todo tipo y de una gran variedad de materiales y combinaciones, sin embargo, hay elementos que siempre nos remitirán a este universo como el acero inoxidable y el cobre, y aunque en menor medida, también el vidrio, la madera y la cerámica de las tazas.
Los espacios
La cafetería es un lugar donde no solo se va a degustar la famosa sustancia, es también un lugar para platicar y convivir con amigos, planear proyectos o, simplemente, pasar un rato. Estos espacios son muy diversos en cuanto a estilo, tamaño y menú, pero sin duda el café siempre ha sido el pretexto perfecto para crear espacios magníficos.
El café, sin duda, ha tenido una gran implicación en nuestras diferentes culturas, se ha convertido en un ritual cotidiano. Seguramente nos seguirá inspirando y seguirá siendo un gran pretexto para crear nuevos objetos, espacios y experiencias.